Ansiedad: la manifestación física de una enfermedad espiritual

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¿Qué es la ansiedad? Este estado emocional tan común es una respuesta natural y temporal del organismo ante situaciones estresantes. Se produce, por ejemplo, ante un examen, un viaje de vacaciones, una entrevista de trabajo o el fin de una relación.
Sin embargo, puede ser una agitación o angustia excesiva y continua de alguien que, por ello, es incapaz de mantener el equilibrio y la paz. Aunque los síntomas de ansiedad suelen desaparecer una vez superado el estrés, si es patológico, las preocupaciones, tensiones o miedos permanecen y pueden generar crisis.
Como trastorno, se manifiesta a través de la creencia de que algo malo va a ocurrir, lo que provoca en la persona irritabilidad, nerviosismo, dificultad para concentrarse, fatiga, falta de control sobre los pensamientos y el comportamiento, fobias y pánico. Además, con el insomnio aparecen temblores, sudoración, dificultad para respirar, náuseas, mareos y taquicardia.
Por lo tanto, la intensidad, frecuencia, duración y características de los síntomas representan la diferencia entre lo que es saludable y lo que requiere una consulta profesional con un psicólogo o psiquiatra e incluso el uso de medicación específica.
Incluso, estos profesionales son los que identifican si la ansiedad es un síntoma de un Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG), fobia social, Síndrome de Pánico, Agorafobia, Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC) o Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT).
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estimó que en 2019, cerca de 301 millones de personas sufrieron trastornos de ansiedad. Señaló que Brasil lidera el ranking, con cerca de 18,6 millones de casos. Concluyó en el Informe Mundial de Salud Mental (2022) que ya en el primer año pandémico de Covid-19, 76 millones de personas se vieron afectadas.
En 1988, la OMS incluyó el ámbito espiritual en su concepto multidimensional de la salud, sin limitarlo a una creencia o práctica religiosa específica.
Sin embargo, ¿realmente mejora la espiritualidad la ansiedad? Siga leyendo para comprender esta relación y su repercusión en la salud mental.
Espiritualidad y salud
La espiritualidad es la conexión del ser humano con lo Divino, el reencuentro con la propia esencia, con el propio espíritu y con la energía que le hace formar parte de la Creación.
Existen dos dimensiones espirituales: la vertical, conocida por la creencia y la relación con lo trascendente y la práctica de la religión; y la horizontal, en la que el sentido de la vida concierne a las relaciones con uno mismo, con otras personas, con el entorno y con la idea de esperanza.
Cualquiera que sea la construcción de la espiritualidad, la relación que tiene con la salud es ancestral, estando presente en todos los pueblos a lo largo de los tiempos y ejerciendo influencias sobre el bienestar general y mental.

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El estudio suizo de 2013 "Experiencias espirituales de trascendencia en pacientes con cáncer avanzado" concluyó que las experiencias centradas en la espiritualidad promueven menos dolor, menos ansiedad, mayor aceptación de una enfermedad terminal y pueden generar una nueva identidad espiritual.
La espiritualidad puede proporcionar medios para aumentar la regularidad de las emociones positivas y reducir las que conducen a problemas y enfermedades.
Sin embargo, algunas personas, dependiendo de cómo entiendan la espiritualidad o el vínculo religioso que establezcan, ven la enfermedad como un "castigo divino" o una penitencia por la que deben pasar, alimentando sentimientos de culpa, resignándose y evitando o abandonando tratamientos médicos necesarios, favoreciendo así situaciones de estrés y ansiedad.
Ansiedad y espiritualidad
A lo largo de la vida, todas las personas experimentan amenazas a su integridad física, emocional y mental que afectan a su equilibrio. Se trata de situaciones estresantes que requieren respuestas adaptativas. Dichas situaciones pueden ser: separaciones, pérdida del empleo, cambios en el entorno, llegada de un bebé, enfermedad, duelo, los propios ciclos vitales, etc.
Sin embargo, estas situaciones no deben llevar al ser humano a padecer trastornos de ansiedad, ya que éstos alteran demasiado la vida personal, social y profesional, exigen muchos cuidados y pueden durar mucho tiempo y generar otros problemas, como el abuso de sustancias, la depresión e incluso el suicidio.
Según Lancetti y Amarante (2006), la salud mental se relaciona con una "mente sana", que va más allá de la ausencia de trastornos. Es la expresión de la búsqueda incesante del bienestar y del enfrentamiento a los obstáculos. Implica poder ampliar la conciencia, el conocimiento, el propio valor en la sociedad y también comprender el sentido de la vida.
La salud mental representa el equilibrio entre las dimensiones del ser humano y está relacionada con la apertura a nuevas experiencias y cambios cotidianos.
Cuando una persona cree que la vida está bajo el control de algo superior, tiende a afrontar mejor las situaciones y es capaz de combatir el sufrimiento y las frustraciones de forma más optimista. Saber que existe una ayuda superior produce sentimientos de paz y confianza.
La espiritualidad lleva a reflexionar sobre las creencias, los valores y a aprovechar mejor las propias capacidades. Estimula al ser humano a identificar un propósito, encontrar consuelo y comprender los ciclos y la finitud de la vida.
Una investigación realizada por la Universidad Federal de Mato Grosso do Sul (MS) y la Universidad de Juiz de Fora (MG) en 2014 identificó que cuanto mayor es el grado de espiritualidad de una persona, menor es su riesgo de desarrollar trastornos de ansiedad.
Cuando hay trastornos de ansiedad, la espiritualidad ayuda a afrontar el sufrimiento, a confiar en las propias fuerzas y en las alternativas para recuperarse, a no rendirse, a afrontar las situaciones estresantes y a adaptarse, fomentando la esperanza y el positivismo.
Ver también: La envidia: lo que puede causar en la vida de una persona¿Es espiritual la ansiedad?

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Para algunas creencias religiosas, la ansiedad como trastorno de la psique, puede asociarse fácilmente a algún tipo de castigo o penitencia. Sin embargo, es un trastorno que se produce por diversas razones, como factores genéticos, la historia familiar específica del problema, factores ambientales de alto estrés, la estructura psicológica de la persona o una enfermedad física, especialmente si eses grave o terminal.
La ciencia, de forma amplia, ya ha señalado el agravante de no tratar los trastornos de ansiedad, ya que la vida social y laboral de los pacientes se ve afectada, trayendo perjuicios al proceso evolutivo, a la calidad de vida y al sentimiento de felicidad tanto para ellos mismos como para el entorno.
Cuando no se trata adecuadamente, la ansiedad influye negativamente en la percepción de uno mismo y de los demás, en la capacidad de ver el lado bueno de las cosas, en las oportunidades de reflexión y crecimiento y en la percepción del propio papel en el mundo y del propio propósito en la vida. Provoca discordia, agresividad, engaño, precipitación, juicios erróneos y diversas enfermedades.
Las personas ansiosas tienden a vivir fuera del tiempo presente, con un exceso de futuro y desean tener el control sobre las situaciones y las personas. Acaban perdiendo la percepción de que existe un orden en el universo y de que todo tiene una razón y un momento para suceder.
Ver también: Incienso de mirra: ¡el aroma de la espiritualidad!Los ansiosos patológicos no reconocen que todo el mundo goza de libre albedrío y, por lo tanto, hace sus propias elecciones y toma decisiones en el momento que considera oportuno, afrontando las consecuencias sobre lo que ha elegido o decidido.
Según la visión espiritista, por ejemplo, la ansiedad se caracteriza por la inquietud del espíritu, que está en desequilibrio. El ansioso, de alguna manera, ha perdido la confianza en la Providencia Divina o carece de confianza en sí mismo y en su propia capacidad de realización.
A veces no ven la vida como un regalo, con gratitud, con alegría y con disposición para el perdón. Acaban alimentando una baja vibración, quedándose atrapados en sensaciones, emociones y sentimientos nocivos, que atraen energías espirituales densas y dañinas, que los mantienen en esta sintonía y los enferman aún más.
La causa de la ansiedad puede provenir de vidas pasadas y de cuestiones vinculadas a la infancia, originadas por las exigencias de los padres en cuanto a comportamiento y resultados o por informaciones que generaron angustia e inseguridad.
Sin embargo, todos vienen a esta vida con el propósito de evolucionar espiritualmente, lo que requiere salud integral y autoconocimiento, para que cada uno afronte sus retos con sabiduría, paz, fe y esperanza.
La búsqueda de la espiritualidad puede ayudar con la ansiedad
Visto lo anterior, hemos visto que la ansiedad puede favorecer la vida de una persona movilizándola para actuar, protegerse y hacer frente a las adversidades, pero también puede ser un factor que impida su vida social, profesional y evolutiva, por lo que es fundamental buscar la ayuda de un psiquiatra o un psicólogo cuando:
- ocurrir en momentos aleatorios, indebidos o sin propósito;
- es frecuente, intensa y duradera, e interfiere en las actividades cotidianas;
- se acompaña de sudoración, palpitaciones, náuseas, mareos u otros síntomas descritos anteriormente.
Es importante entender que la angustia mental que surge después de que una persona experimente o presencie un suceso traumático no significa un trastorno de ansiedad, pero requiere atención. Por ello, el diagnóstico debe realizarlo un profesional especializado, como un psicólogo o psiquiatra, que es quien puede identificar y distinguir los trastornos o patologías.
De hecho, para realizar el diagnóstico, el profesional especializado adopta criterios específicos y considera la gravedad de cada caso. Comprueba si existen otros trastornos que puedan causar el problema, así como factores desencadenantes de las crisis, como la herencia, la depresión, los trastornos del sueño, etc.
Además, también investiga la historia vital de cada persona para identificar patrones de comportamiento y posibles formas de tratar el problema, y puede solicitar exámenes físicos para identificar posibles enfermedades que puedan causar la ansiedad.

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Así, la búsqueda de la espiritualidad puede ayudar a la ansiedad, pero aunque se recurra a ella y a terapias alternativas para tratarla, es imprescindible la intervención tradicional. Si se indica tratamiento farmacológico, nunca debe interrumpirse ni sustituirse, lo mismo que ocurre con las sesiones de terapia.
¿Cómo ayuda la espiritualidad a mejorar la ansiedad?
Aunque la ansiedad se presente de forma patógena, la espiritualidad contribuye al proceso terapéutico, e incluso se adopta como complemento de los tratamientos convencionales, ya que ofrece:
- Conexión con la esencia divina y la intuición;
- Desarrollar creencias y habilidades para afrontar los retos y transformar las dudas e incertidumbres en esperanza y optimismo;
- Oportunidad de equilibrar la salud física, emocional, mental, espiritual y social;
- Conocimientos que pueden ser útiles en situaciones de estrés ante ciclos vitales;
- Conexión con los valores, sentimientos y pensamientos personales;
- Estimulación del autoconocimiento;
- Restablecimiento de los vínculos primordiales con los miembros de la familia;
- Mayor sensación de bienestar;
- Desarrollo de los aspectos subjetivos de la fe, el valor, la confianza, la fuerza interior, la felicidad y la esperanza;
- Reflexión sobre el sentido de la vida, el propósito de vivir y los propios recursos personales y espirituales para la búsqueda de la evolución;
- Estimulación para hacer frente a enfermedades graves, crónicas y terminales, llevando a la persona a acoger los tratamientos propuestos por la medicina, la psicología u otras áreas terapéuticas;
- La posibilidad de alcanzar un estado de equilibrio y paz interior y confort ante situaciones vitales difíciles, como el duelo, las tragedias y las catástrofes;
- Recuperación más rápida tras momentos de crisis;
- Reducción del estrés, aumento de la resiliencia y mejora de la calidad de vida.
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Para concluir, la ansiedad puede prevenirse mediante prácticas cotidianas que favorezcan el autoconocimiento y la conexión con la espiritualidad. Algunas alternativas son la meditación, el Yoga, la oración, las Constelaciones Familiares, el Mindfulness, el consumo de infusiones y el uso de remedios florales. Recuerda cuidar tu salud de forma integral, observando los aspectos físico, mental, espiritual y social. Rodéate de energíapositivo y buscar el equilibrio, la paz y la felicidad.
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- Meditación para la ansiedad
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