¡Cumplo, confío, acepto y agradezco!

Recuerdo que una vez, hojeando un ejemplar de la revista "Bons Fluidos", encontré un texto con el título "Entregar, confiar, aceptar y agradecer" y la foto del profesor Hermógenes (gran escritor y divulgador del Hatha Yoga en Brasil).
No recuerdo exactamente los hechos allí relatados, pero recuerdo una breve anécdota que contó diciendo que cuando era pequeño se estaba ahogando en el mar y el socorrista, al intentar salvarle, le dijo: "Voy a salvarte, pero no intentes ayudarme, si no moriremos los dos. Ríndete y relájate y saldremos de aquí".
Al final de esta situación, cuando ya estaba en tierra firme, Hermógenes reflexionó sobre la conversación que había mantenido con el socorrista y se le ocurrieron estas cuatro palabritas: Cumplo, confío, acepto y agradezco.
Desde el día en que leí aquel informe, nunca he olvidado esas palabras. En muchos momentos de tensión o preocupación, me remito a ellas y me tranquilizo. No tiene sentido resistirse al flujo natural de la vida.
Como un río, fluye sin cesar, mostrándonos cada día un nuevo reto, una nueva lección o una nueva recompensa.
Cada uno vive lo que puede y debe vivir. Cada uno dentro de su nivel de evolución y desarrollo.
Resistirse siempre hará más daño, así que simplemente debemos rendirnos y confiar, porque todo tiene una causa, una explicación y una lección que aprender.
Si nos resistimos e intentamos controlar, en algún momento habrá que volver a aprender esta lección y nos enfrentaremos de nuevo a este problema.
Y realmente, si reflexionas un poco, recuerda alguna dificultad que hayas tenido en tu vida y piensa cómo se resolvió.
También te puede gustar:
- Comprender cómo los mantras aumentan la confianza en uno mismo y el valor
- Utiliza mantras para el chakra del corazón y vive más sano
- Empieza el día con los mejores mantras para hacer por la mañana
¿Qué actitud tomaste? ¿Te resististe o confiaste?
Y ahora, mirando desde fuera, ¿qué es lo que más valía la pena haber tenido como actitud?
Entregar y confiar nos quita toda la tensión que nos genera algún problema. Y más aún la aceptación, que nos ofrece paz, calma y comprensión, generando incluso el deseo de dar las gracias. Y llegar a ese punto es realmente gratificante y merece mucho la pena.